En un barrio residencial de Buenos Aires, el edificio de departamentos en la calle Clay busca trascender las limitaciones que las regulaciones y la necesidad de maximizar la rentabilidad económica imponen hoy a este tipo de emprendimientos, para intentar dar un paso en dirección a esta tradición de experimentación. Es siguiendo con esta búsqueda que este proyecto intenta incorporar a sus unidades distintos espacios, recorridos, situaciones y detalles propios de la arquitectura de las viviendas unifamiliares.
Los ocho departamentos se organizan en dos niveles vinculados por el estar como espacio en doble altura. En la planta baja se ubican la cocina, el lavadero, el comedor y dicho estar, mientras que los dormitorios ocupan la planta superior.
El estar y el dormitorio principal poseen profundas terrazas por delante que balconean una sobre la otra y que se cierran en el nivel superior con un sistema de parasoles horizontales de vidrio. Esto transforma la fachada en un espacio intermedio entre el interior y el exterior, al aire libre pero protegido del viento y de las vistas desde la planta baja.