El nivel del suelo, en contraste con el robusto volumen superior, abraza la transparencia. Los extensos acristalamientos difuminan los límites tradicionales entre el interior y el exterior, fomentando una transición perfecta entre el entorno construido y la actividad dinámica de la marina. Esta sensación de apertura se acentúa aún más por el uso constante del travertino tanto en el interior como en el exterior. La materialidad compartida crea un plano visual continuo, que extiende el espacio percibido y disuelve la distinción entre los mundos construido y natural. El resultado es un "paisaje abierto de travertino", un término que capta acertadamente el concepto central del proyecto. La casa no solo ocupa el paisaje; se convierte en una parte integral de él, participando en un sutil diálogo con los ritmos del río y la marina. Este proyecto demuestra una sofisticada comprensión del material, la luz y la forma, creando una residencia que es tan enigmática como acogedora, ofreciendo tanto una sensación de refugio como una conexión con el animado waterfront.