En un terreno de 40 metros de frente sobre la calle El Salvador se proyectó este edificio de espacios de trabajo buscando repensar el concepto de oficinas y ofreciendo múltiples formas de colaboración y flexibilidad.
El terreno ofrecía un contraste entre su frente lineal y su contrafrente que se recorta siguiendo la división de la manzana en parcelas. El proyecto responde a esta doble condición: hacia el frente propone una fachada contundente que enfatiza el largo del terreno. Hacia el contrafrente se busca aprovechar los espacios de distinto tamaño que define la medianera recortada para ubicar el hall, servicios y un gran jardín con exuberantes plantas tropicales.
Los elementos de hormigón de las fachadas dan un carácter distintivo al edificio y funcionan simultáneamente como estructura y como protección solar de los planos vidriados.
En el sector menos profundo del terreno, se ubica un hall con múltiples alturas, ascensores y escaleras abiertas Una serie de vacíos se vinculan entre sí, llegando hasta el subsuelo y permitiendo la comunicación visual entre los distintos niveles. A través de una lucarna lineal que permite la entrada de luz cenital, la medianera del fondo se baña de luz y funciona como telón de fondo de este juego de losas y escaleras.