Central Acuña nace de una doble ambición: reconciliar la expresión formal de los edificios contiguos y, al mismo tiempo, generar un espacio público interior que funcione como un oasis dentro del paisaje urbano. Más que una simple edificación entre medianeras, este proyecto propone una arquitectura que media entre lo construido y lo vacío, entre la ciudad y el resguardo, entre la continuidad y la transformación.
La estrategia formal parte de una grilla modular que permite una volumetría fluida y adaptable. A través de sutiles variaciones dentro de esta estructura, el edificio logra configurar diversos programas sin perder coherencia: un módulo puede ser un dormitorio, otro un estar, otro un balcón, y en la planta baja, esa misma lógica se expande para albergar espacios de uso público. Este sistema de repetición y modulación no solo otorga unidad visual al edificio, sino que también permite que se integre armónicamente con las edificaciones vecinas, estableciendo un puente entre distintas escalas y lenguajes arquitectónicos.